Hay quien en ocasiones reflexiona y cuando está viendo cómo los depósitos bancarios al 4% caen porque desde algún lugar alguien pensó que se trata de una rentabilidad extraordinaria para un depósito bancario cuando el Estado se financia a tipos superiores y cómo los préstamos personales y para pymes se encarecen cada vez más, se le ponen los pelos como escarpias, si me permiten la expresión.
Lo primero porque se castiga al que no tuvo la culpa de la crisis, al que no se compró un chalé con piscina y al que ahorró porque sabía que era lo mejor en aquel momento y no sucumbió al ladrillo como ocurrió con gran parte de la buena gente que vive en este país. Y no digo que disminuir la rentabilidad de los depósitos por parte del Banco de España a base de circular sea un castigo, pero sí que lo fue que el Gobierno subiera en su día la retención por rendimientos de capital mobiliario, por ejemplo.
Lo segundo porque es sabido que al ahorrador le podrá hacer variar su posición de inversión ante activos de mayor riesgo (no me interesan los depósitos, me la juego en la bolsa), pero los que no se libran de este juego son las pequeñas y medianas empresas que necesitan financiación para salir adelante o incluso para nacer y crear empleo. Tampoco se libran las familias, cada vez más ahogadas por la crisis.
A éstas seguro que no les parecerá bien que los préstamos ronden ya en muchas ocasiones el 10% en su tipo de interés con un afán de “aumentar el margen de intermediación” como si éste fuera sumamente pequeño viendo los beneficios de la mayoría de bancos en España.
Llevamos años intentando que la economía española vuelva a funcionar y hablando de “reactivación del crédito” cuando empieza a ocurrir cada vez más lo contrario.
Señores, solucionen los problemas, no los empeoren.
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