Debemos congratularnos y felicitarnos de que el Gobierno de España, hace dos meses aproximadamente, decidiera subir el mínimo por el que un banco se puede adjudicar una vivienda en subasta pública si no existen pujadores del 50% al 60%.
Sin embargo, esta subida se antoja del todo insuficiente. Si no queremos abordar la dación en pago por aquello de que puede hacer que se vuelva a la situación anterior (yo me hipoteco, y si no puedo pagarla le doy las llaves al banco, si vale un 30% menos ¡que lo asuman!), existen otras fórmulas.
La primera sería basarnos en el valor de mercado. El banco se adjudicaría la vivienda, simplemente, por lo que vale. Si el precio de la vivienda ha bajado, puede ser que al cliente le quede un porcentaje sin amortizar. Aquí el cliente pierde, pero si el precio a subido, el cliente se llevará las plusvalías. De esta forma evitaríamos que los bancos especulen con si va a subir o va a bajar la vivienda puesto que no se llevarían ni un céntimo por una eventual subida o bajada del precio. Su negocio sería la hipoteca, no como ahora, que se la adjudican al 60% y la venden al 80% y ganan miles de euros adicionales por ello.
La otra opción sería penalizar un poco al cliente, por aquello de si no supo ver las consecuencias. En cualquier caso estaríamos hablando de elevar el porcentaje de adjudicación por el banco desde el 60% a un 90%. El cliente verá cómo su casa es comprada casi por lo que vale, menos un porcentaje, y la entidad ve compensado de cierta forma el riesgo porque un 90% de su precio de mercado les asegura unas ganancias del 10% brutos (hay que descontar otros gastos). Esto sería una forma de que las entidades siguieran dando préstamos.
La idea es que todo tienda a adjudicarse en torno al valor de mercado, vamos, lo que vale la casa/piso/inmueble en general. Ninguna parte se verá perjudicada puesto que es lo que vale.
Si esto hubiera ocurrido ahora los bancos se hubieran adjudicado una casa que antes valía 100.000 euros por 70.000 euros que es lo que vale ahora. Si el cliente tiene la mala suerte de no haber podido amortizar esta cantidad antes, mala suerte (no haber podido amortizar un 30% sería signo de escasa previsión), pero es algo excepcional, por la crisis. Si hubiera subido hubiera ganado dinero, y no tiene que esperar a venderla a un particular puesto que el banco se la tendría que adjudicar por lo que vale.
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