De igual modo que tenemos que tener muy en cuenta los “consejos” o anotaciones presentadas en el post anterior, existen otras puntualizaciones a tener en cuenta.
Por ejemplo el concepto de renta disponible o el porcentaje de ingresos de los cuales disponemos una vez deducidos todos los gastos. No es lo mismo, como dijimos ayer, tener 6 bocas para alimentar en casa que tener 3. Y gastar por tanto 100 euros de luz al mes que gastar 50 euros.
Sería bueno, de igual forma, que del porcentaje de ingresos disponibles una vez descontados los recibos de luz, agua, impuestos, comida, etcétera, que no todo tenga que ir a la hipoteca. Dejar por ejemplo un 10% para imprevistos o ahorros. Imprevistos siempre hay, y cuando decimos siempre, es siempre. ¿Cuántas veces se nos ha roto algo en casa? Si no disponemos de dinero ahorrado para este motivo tendremos que pedirlo prestado, y nos cobrarán un buen puñado de intereses por ello.
Por último y no menos importante, tenemos que tener en cuenta que “todo es negociable”.
Es cierto que esta premisa es cada vez menos cierta, ya que la época en que las entidades se peleaban por conceder hipotecas pasó.
Pero aspectos como las comisiones, y en menor medida la vinculación, suelen ser negociables de forma más o menos amplia.
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