Cuando nos encontramos ante nuestra primera inversión, o mejor dicho, nuestros primeros ahorros para los cuales no tenemos un claro destino, esos que de jóvenes nos hemos sacado en algún verano o trabajo esporádico, puede surgirnos la duda de dónde y cómo invertirlos.
De primeras y a priori, una muy buena opción sería buscar algo de información en la red sobre los mejores depósitos actuales e invertir en ellos, con esto maximizaremos nuestra posición en el mercado más tradicional y conservador: el mercado de depósitos bancarios.
También podemos fijarnos, por ejemplo, en un fondo de inversión, pero como siempre, a mayor rentabilidad potencial, mayor riesgo potencial.
Así a la hora de invertir en un fondo de inversión, no tenemos que fijarnos sólo en la rentabilidad media obtenida durante el último año, sino de una serie más larga.
Puede ocurrir el caso, y de hecho lo ocurre con bastante asiduidad y facilidad, en el que un fondo de inversión sea altamente rentable en el último año (en torno al 15%), pero que si cogemos una serie temporal de 5 o 10 años vemos como se torna negativa en un 10%.
Por tanto, existirá la posibilidad de que nos toque el año del 15%, pero también el año del 10%. ¿Nos tocará el premio en la rifa? Para eso hay que comprar el boleto.
Eso sí, siempre que invirtamos en un fondo, que al menos la rentabilidad potencial que se pueda conseguir diste de la renta fija (depósitos bancarios) actuales. Si invertimos en un fondo que puede darnos un 8% como rentabilidad positiva en un año o un –4% otro año, esperaremos obtener, como mucho, 3,50 puntos más que un depósito al 4,50% actual y también podremos obtener –8,5 puntos con respecto a estos. Es importante que esto se entienda.
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