Hemos visto todo lo que ha derivado el escándalo de las preferentes, con bancos que colocaban estas participaciones y deuda subordinada a diestro y siniestro, pero además de lamentarnos y que el Gobierno tome nota para que esto nunca vuelva a ocurrir (esperemos que así sea y que todos nos acordemos ya no digo en 20 años, sino en una década; podemos aprender mucho de esto.
Lo primero, a desconfiar de los bancos. A saber que no son nuestros amigos. Sabiendo esto, tendremos parte de la partida ganada y jugaremos con cierta ventaja.
Segundo, a desconfiar también de los productos financieros que nos ofrezcan que tengan pinta de ser poco claros, derivados, con riesgo y, en definitiva, de todo lo que no entendamos. Esto no quiera decir que no valoremos un buen producto financiero, pero tenemos que leer bien cuáles son sus condiciones. No es lo mismo una participación preferente, que una deuda subordinada, que una deuda senior con vencimiento concreto y con menos riesgo.
Tenemos que saber que, si somos pequeños ahorradores prácticamente no nos conviene contratar otra cosa que no sea un depósito bancario, porque nuestros ahorros más que probablemente los necesitaremos a lo largo de nuestra vida y no sabemos cuándo. Debe ser, por tanto, un producto con liquidez, que podamos cancelar cuando queramos y tener siempre disponible. No un producto que no sea fácilmente líquido o a largo plazo.
También tenemos que aprender a preguntar lo que no sabemos. Muchas personas, por vergüenza y por no querer mostrar su grado de conocimientos financieros, no preguntan y se dejan aconsejar por la persona del banco a la que presionan a su vez para vender. Preguntemos y entendamos lo que firmamos, porque así evitaremos futuras pérdidas.
viernes, 30 de noviembre de 2012
¿Qué podemos aprender del escándalo de las preferentes de 2011 y 2012?
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