Los bancos quieren que domiciliemos la nómina en su entidad. Que les llevemos ingresos, que hagamos transferencias periódicas, y, en definitiva, que nos vinculemos con ellos. Para ello lo que nos ofrecen va desde dinero en efectivo, pasando por tarjetas de débito prepago cargadas de dinero hasta regalos muy atractivos.
Pero, ¿merece la pena aceptar un regalo a cambio de una mala cuenta? ¿que es mejor, una cuenta sin comisiones o un regalo? Son preguntas que tenemos que hacernos antes de valorar cualquier regalo con el que quedaremos atados dos o tres años a una entidad.
Es siempre más interesante tener una cuenta con devolución de recibos, sin comisiones, tarjetas y transferencias gratuitas, etcétera, que una cuenta con comisiones y un regalo. Porque, además, tenemos que tener en cuenta que en caso de perder nuestra nómina tendremos que pagar la penalización religiosamente (no tendrán en cuenta si nos hemos quedado en paro y no tenemos para comer); y en dos o tres años que duran este tipo de penalizaciones muchas situaciones se pueden dar.
Como siempre, se trata de fijarnos en esencia en el producto y no en el regalo, como ocurre con casi cualquier producto bancario.
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