Con el grifo del crédito cerrado por parte de los bancos, últimamente están proliferando de forma importante los conocidos como préstamos rápidos, anunciados incluso en televisión.
Pero, ¿en qué consisten los préstamos rápidos?
Estos préstamos rápidos (o créditos rápidos) consisten en pequeñas cantidades de dinero que no suelen superar los 400 euros que nos prestan algunas empresas (no son entidades de crédito, ni bancos) a devolver en un plazo que tampoco suele superar el mes. A cambio, todos exigen tipos de interés muy altos, muy superiores al 20% e incluso al 30%, lo que ocurre es que como el plazo es tan pequeño, el montante de intereses no llega a ser muy elevado y por eso no nos sorprende, pero siempre es más interesante un préstamo personal bancario.
Las ventajas, obviamente, es la instantaneidad del préstamo y el hecho de no tener que dar motivos o explicaciones. Pueden servirnos para cubrir imprevistos y poder llegar a fin de mes.
Pero el elevado tipo de interés puede hacer que casi cualquier tarjeta de crédito pueda ser más interesante si lo que necesitamos es una cantidad pequeña para llegar a fin de mes. Si, en cambio, necesitamos una mayor cantidad, será más interesante que un banco nos preste una mayor cantidad pero a un tipo de interés muy inferior del 10%-11% y un plazo de amortización más elevado.
Además, tenemos que tener en cuenta que en caso de impago no es posible negociar con la entidad y entraremos en ASNEF y ejecutarán las acciones legales pertinentes que puedan solicitar.
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