En tiempos de crisis como la que vivimos son necesarios reajustes en todos los engranajes que mueven las distintas economías que rigen este planeta.
En el entorno más micro del macroeconómico entendemos que existirá un proceso de renegociación salarial a la baja por la cual, existiendo más gente dispuesta a cobrar menos pero no perder su empleo, bajarán los salarios, disminuyendo costes previa disminución de precios.
En realidad esto funcionaría así: baja la demanda, bajan los precios, se necesitan bajar los costes, mandamos trabajadores a la cola del paro y los que nos quedamos nos los quedamos con una menor remuneración salarial.
Es aquí cuando nos preguntamos qué pasara con el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que si tenemos en cuenta la variación de los precios y más aún del indicador de referencia que la mayoría de contratos usan, el IPC, el SMI debería permanecer estable como mínimo.
El problema está en que el Gobierno realizó una serie de promesas electorales por la cual se comprometían a situar el SMI en los 800 euros en 2012. Esto supondría que el SMI crezca un 8% linealmente año tras año y ya en 2009 creció, por la crisis económica, tan sólo un 4%.
En cualquier caso resulta poco lógico una subida del SMI cuando todos los salarios se reajustan a la baja, es aquí cuando las razones coyunturales se deberían tener en cuenta y crecer a un ritmo inferior durante un año más, aunque la lucha por un salario digno es una batalla que nunca debemos dejar pasar.
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