Todos sabemos ya que España ha sido, si no el que más, uno de los países más afectados por esta crisis financiera en términos de destrucción de empleo.
Esto no ha hecho más que incrementar la tasa de morosidad hasta límites que no se veían desde el año 1996 en el que rondaban el 5%.
Entonces esto habría telediarios y era tema de conversación diaria en tertulias. Ahora parece no mencionarse, y eso que estamos a punto de superar este nivel nuevamente.
La morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas y entidades de crédito se redujo apenas unas centésimas en septiembre, al situarse en el 4,85% frente al 4,93% correspondiente al mes de agosto que ya tratamos en este blog.
Que la tasa de morosidad va íntimamente ligada a la tasa de paro puede parecer algo obvio, pero debemos tenerlo en cuenta.
Si finalmente salimos de esta crisis, más tarde que temprano, deberemos tener en cuenta que este dato no mejorará con ello, sino con el crecimiento del empleo.
Mientras esto no se produzca, a las entidades financieras les tocará aumentar sus provisiones para impagos y mermar, por ello, su beneficio, además del consecuente “factor psicológico”por el que las entidades pueden no reactivar el crédito al mismo ritmo o encarecerlo.
El mensaje que debemos tener en cuenta es que con la morosidad bancaria pasa un poco como con los kilos de más, que los cogemos rápidamente pero no sabemos cómo bajará, aunque sabemos que si hacemos dieta lo hará.
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