La morosidad en los créditos no ha hecho más que aumentar desde que los efectos de la crisis de las hipotecas subprime se trasladara a un mercado crediticio europeo que poco o nada tiene que ver con el estadounidense.
Digo esto porque en Estados Unidos, si el moroso no se podía permitir pagar su hipoteca y con un mercado inmobiliario a la baja, con entregar las llaves del inmueble hipotecado bastaba, en España sabemos que esto no es así.
Pero volviendo a lo que nos atañe, la realidad es que la tasa de morosidad en España superó el 5% situándose en noviembre en el 5,05%, a niveles prácticamente idénticos a los valores de hace una década, cuando alcanzó su máximo histórico en el 5,06% en junio de 1996.
El volumen total de préstamos de dudoso cobro es de 92.624 millones de euros y lo peor es que la morosidad seguirá aumentando a medida que el desempleo siga creciendo, a pesar de que mes a mes la tasa de crecimiento de este índice de morosidad es pequeña.
Las cajas de ahorro son las más afectadas por esta morosidad con una tasa del 5,2% frente al 4,7%, síntoma del mayor entusiasmo con el que las cajas concedieron crédito con respecto a los bancos.
Pero debemos recordar que tras estos datos hay vidas, e historias detrás, gente que se ve, de un día para otro, en la calle por una ejecución hipotecaria, y es eso lo que los responsables de las políticas macroeconómicas del país deberían evitar.
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