La demanda de hipotecas en los últimos dos años ha descendido notablemente no sólo en España, sino en toda la Unión Europea. En España mucha culpa de ello tiene la burbuja inmobiliaria, que ya pinchada, alejó a muchos posibles inversores de la búsqueda de vivienda nueva como inversión.
Desde el Gobierno se incentivaba el alquiler como medio de salida a esta burbuja, pero este mercado secundario también se vio afectado.
Y en medio, los de siempre, aquellos que no quieren una vivienda para especular sino para vivir, que ven como no les conceden una hipoteca debido al recelo de las entidades financieras de este país a hacerlo, y eso que a España no llegaron las hipotecas subprime. Menos mal.
El Euribor está en continuo descenso pero las condiciones para la concesión de hipotecas se endurecen para los demandantes. Es un buen momento para la subrogación, pero no tanto para la reunificación de deudas: el interés de las entidades crediticias que se dedican a estos menesteres no ha disminuido, e incluso en algunos casos éstas entidades se han aprovechado de la situación de angustia de algunas familias por pagar sus deudas para que nos les embarguen su bienes.
La subrogación, como decía anteriormente, se ha visto reforzada, y son muchas las entidades que sacan productos sus productos enfocados en parte al cambio de hipoteca, como la Hipoteca Azul, que tiene un doble enfoque: hacia nuevos clientes y hacia el cambio de hipoteca, en el cual te mantienen el importe y te aplican sus condiciones.
Las entidades financieras deben dedicarse a su función principal, por la cual comenzaron a existir y la que es su razón de ser, dar y tomar prestado, pero sobre todo dar, ya que supone uno de los principales motores de la economía, moviendo la inversión y el consumo haciendo crecer la producción de un país.
Si nuestras entidades no se ponen las pilas, difícilmente podremos salir de esta.
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